Una de las luchadoras que continúan dejando su conocimiento entre los jóvenes gladiadores es doña Irma González. Quien fue conocida como la Novia de El Santo, se dedica, ya en el retiro, a entrenar en un gimnasio del Estado de México.
El Universal
MÉXICO, DF.- Las hermanas Moreno son integrantes de una dinastía de luchadores de alcurnia en el pancracio mexicano, pero lejos de ser ése su mayor éxito en la vida, para Cinthia y Rosy Moreno, ser madres y luchadoras al mismo tiempo, ha significado su mayor reto y en el cual dudan que alguna llave o castigo las rinda en algún momento.
Sin embargo, lograrlo no ha sido fácil, estar lejos de casa, no festejar los cumpleaños de sus hijos, y perderse momentos valiosos en su crecimiento ha sido lo más triste que su profesión les ha dejado. "Es llorar, estar preocupada, pasarse el tiempo en los teléfonos para saber qué hacen, cómo les fue en la escuela, sufrir cuando están enfermos, a veces no tenemos tiempo ni de festejar los cumpleaños, pero como sea nos buscamos el espacio si no para fiestas, al menos compartir un pastelito", señala con un dejo de tristeza Rosy, la iniciadora de esta gran estirpe de gladiadores y que empezó a luchar a los 12 años.
Cinthia acepta que los reproches de sus hijos son constantes, y teme que alguna vez pague con desdén las constantes ausencias, "hay muchos reproches, porque cuando eran bebés no se daban cuenta, pero últimamente me han dicho mis hijos, mamá ya retírate y es algo que estoy pensando hacer pronto, al menos de manera temporal, porque sé que me necesitan y estoy siendo egoísta al pensar sólo en mi trabajo, en los aficionados y en la fama, después cuando quiera estar con ellos quizá ellos ya no estén ahí para mí.
"Mis hijos ya entendieron que es un trabajo y es necesario hacerlo para poder vivir medianamente bien, me he retirado varias veces y creo que por eso no he sufrido mucho eso y ellos tampoco mi ausencia", reconoce por su parte Rosy. Desarrollarse en un ambiente como la lucha libre nunca fue fácil, no hubo tiempo para fiestas, y los pocos que llegaron fueron fugaces. "Es un ambiente de hombres, es un deporte muy duro y rudo, me costó mucho trabajo entrar en cuestión de ambiente con los compañeros, había compañeros que decían que las mujeres deberían estar limpiando la casa y lavando trastes", relata con molestia Rosy.
Y agrega cómo fue su vida sentimental, "me acuerdo de haber tenido sólo un novio de palabra, por que él nunca lo supo. Fue difícil, porque cuando iba en primaria ya luchaba y los niños no se me acercaban, crecí lejos de los noviazgos. A los 19 años empecé una relación con el Doctor Wagner Jr. y me casé a los 20 años con él.
Tres años después decidí tener a mi hija mayor, Lirio y tiempo después tuve a Manuel; luego vino un divorcio y con mi actual esposo tengo otros tres pequeños, Hugo y las gemelas Mirka y Mildred". A su vez, Cinthia comenta, "nuestra niñez fue trabajar y trabajar, no tuvimos tiempo para divertirnos y jugar, no había lugar para las fiestas, así crecimos, luchando, entrenando y luchando. Me casé a los 25 años y llevo una relación de casi 12 años, me embaracé muy poco tiempo después y tengo dos pequeños: Hiromi e Issiah".
Infinidad de títulos, máscaras y cabelleras en su haber, y un gran reconocimiento como luchadoras en Japón, son sólo algunos de los mayores éxitos de las Moreno, que junto a sus hermanas Esther, Alda y el Oriental forman una familia muy luchadora, pero para ellas su mayor éxito es ser madres. "Creo que es difícil ser esposa, madre y luchadora, pero debes darte el tiempo para compaginarlo todo. En lo personal, lo hago desde el momento que termino de luchar y llego a mi casa, y empiezo a despertar a mis hijos para encaminarlos a la escuela. En un día que no lucho me levanto a las seis de la mañana y los preparo para la escuela, los reparto en sus escuelas, después voy al gimnasio, a las oficinas, en fin, mi vida es todo un torbellino", confía la mayor de las Moreno.
Rutina muy similar vive día a día mamá Cinthia, "mis hijos son más pequeños pero ocurre lo mismo; por ejemplo el lunes llegué de Oaxaca a las ocho de la mañana, les di de desayunar, los llevé a la escuela, después regresé a hacer la limpieza de la casa, entrené más de tres horas, regresé a hacer la comida, luego los recogí, conviví un poco con ellos y les ayudé con la tarea; más tarde di mis clases de lucha y nuevamente a la casa para darles de cenar y mandarlos a la cama, pero eso sí, todo lo hago con mucho cariño, porque mi mayor triunfo como madre ha sido hacer las cosas con amor hacía mis hijos".
Este jueves es Día de las Madres y las Moreno estarán otra vez lejos de sus hijos, por ello el pasado martes aprovecharon un lugar en sus apretadas agendas para reunirse y rendirle tributo a la responsable de la gran formación como mujeres y madres, que han recibido de su madre, doña María Esther. "Buscamos un espacio para festejarle a nuestra madre, esta vez lo celebramos el martes porque el mero día estaremos de viaje y luchando, pero no podíamos dejarlo pasar porque hay que aprovechar cada momento que Díos nos da para estar con ella", dice Rosy.
"Le agradecemos a Dios que mi madre vive, porque ella ha sido la mayor triunfadora de la familia por haber estado siempre a nuestro lado, sufrido nuestras lesiones, operaciones y recuperaciones, ella se lleva todos los aplausos y las glorias en la familia Moreno", añade Cinthia.