El 11 de abril el Fondo Monetario Internacional (FMI) dio a conocer su revisión semestral de las perspectivas económicas mundiales, siendo para nosotros particularmente relevantes sus apreciaciones respecto a lo que pudiera suceder en Estados Unidos (EU), América Latina y México en particular. En términos generales los economistas del FMI comparten las expectativas para EU y nuestro país que hace un par de semanas dio a conocer la Secretaría de Hacienda y que comenté en mi columna anterior. Hay, sin embargo, algunas diferencias en la visión de corto plazo del FMI, en particular para el crecimiento de EU este año. Por otro lado, la inclusión de otros países de la región permite comparar nuestro ritmo de expansión con el que se espera para otras economías. Vale la pena, por tanto, hacer algunos comentarios al respecto, los que me parece nos dejan mal parados.
En primer lugar, el crecimiento esperado para EU que nuestras autoridades utilizaron en el diseño de las perspectivas económicas de México para este año fue de 2.5 por ciento, cifra algo mayor al 2.25 por ciento que prevé ahora el FMI. De resultar cierto este pronóstico, entonces podría darse una desaceleración algo más pronunciada en nuestra economía. Los datos preliminares de estos primeros meses apuntan en esa dirección, por lo que es posible que nuestro crecimiento se ubique apenas entre el tres y 3.5 por ciento en 2007. Para el año próximo, sin embargo, las expectativas del FMI y las de nuestras autoridades son muy parecidas, con ambos previendo un crecimiento de la economía estadounidense cercano al 3 por ciento, lo que debería traducirse también en un repunte de la nuestra, aunque el FMI y el gobierno mexicano esperan que sea otra vez por debajo del 4 por ciento.
Segundo, el documento del FMI hace ver que la región de América Latina y el Caribe ha hecho un progreso económico impresionante en años recientes, y que 2007 será el quinto de lo que es ya el período de recuperación y expansión más vigoroso de la región desde hace tres décadas. Les preocupa, sin embargo, que haya señales de erosión en algunos indicadores económicos, así como que se generalice la impaciencia popular por los resultados sociales del proceso. En particular se refieren a la disminución considerable de los excedentes externos de las economías, que en el caso de nuestro país sería más bien el crecimiento esperado del déficit de cuenta corriente debido al incremento de las importaciones, menores precios de las materias primas y una menor expansión de la demanda por nuestras exportaciones en EU.
Tercero, se reconoce que el entorno internacional ha sido muy benigno para la región en años recientes, y ello permitió una mejora considerable en la situación financiera de los países latinos que los hace más resistentes a los vaivenes de la economía global. No obstante, se advierte que nuestras economías siguen siendo sensibles a los trastornos que pudieran afectar negativamente el crecimiento mundial, los precios de las materias primas y las condiciones de financiamiento externo. En caso de que se presenten estos trastornos habría una contracción significativa del crecimiento, lo que sería una mala noticia para nosotros, que apenas registraremos una expansión moderada, que es altamente vulnerable a la volatilidad de los ingresos petroleros.
Cuarto, México no sale bien librado al comparar su crecimiento con otros países de la región. Dicen que las comparaciones son odiosas, pero debemos hacerlas con el fin de tener una visión más realista de nuestra situación. El año pasado, por ejemplo, crecimos al 4.8 por ciento, por debajo del 5.5 por ciento que promedió la región. Este año y el próximo, la expectativa es que sigamos rezagados en nuestro ritmo de expansión. El FMI prevé que la región de América Latina y el Caribe crezca ligeramente por debajo del 5 por ciento en 2007 y al 4.25 por ciento en 2008. Para México las estimaciones son de 3.4 y 3.5 por ciento respectivamente. Este año, por ejemplo, el FMI estima que de un total de 24 países de América Latina y el Caribe, solamente Jamaica y Ecuador registren un crecimiento inferior al nuestro. Honestamente, nada para sentirnos orgullosos.
Finalmente, el FMI considera que en el mediano y largo plazo América Latina, y por ende más nuestro país, enfrenta el reto de elevar y sostener mayores ritmos de crecimiento, así como hacer que sus beneficios se distribuyan más equitativamente. El reporte muestra que para lograrlo se necesita incrementar la inversión, pero más importante aún, el crecimiento de la productividad, única forma de elevar substancialmente los ingresos por persona en las dos próximas décadas. El FMI considera que en este contexto juegan un papel determinante las mejoras en la educación y las reformas laborales en los países de la región.
Estas propuestas han sido recurrentes no sólo en los estudios internacionales que se han hecho sobre nuestro país en particular, sino también en los argumentos que hemos expuesto quienes vemos la urgencia de las reformas estructurales en dichos campos, aún si ello requiere enfrentar los intereses poderosos del sindicato de maestros y otros gremios laborales en México. Lo mismo puede decirse de otras reformas como la energética y de telecomunicaciones, donde la presencia de monopolios públicos y privados es un severo obstáculo para nuestro crecimiento. Como siempre, en estos como en muchos otros temas, la última palabra la tienen nuestros legisladores, quienes hasta ahora han sido de muy escaso provecho para la población mexicana.
