La violencia es un problema arraigado en México y en La Laguna que muestra su rostro más atroz cuando golpea directamente a los seres más vulnerables: los niños. Muchos menores sufren diariamente atentados contra su integridad y dignidad por insultos, abandono, abuso sexual y otro tipo de agresiones físicas que incluso pueden ocasionarles la muerte.
Tal fue el caso de una bebé de apenas 45 días de nacida que ingresó a la Unidad Médica de Alta Especialidad 71 del Instituto Mexicano del Seguro Social con un fuerte golpe en la cabeza y hematomas en varias partes de su pequeño cuerpo, lesiones que el 23 de mayo pasado le causaron la muerte. Por el tipo de heridas que presentaba la recién nacida, las autoridades del hospital enviaron un reporte a la Procuraduría de la Familia y a la Procuraduría General de Justicia del Estado de Coahuila para que investigaran si la niña fue víctima de maltrato por parte de sus padres.
Otro caso se evidenció la madrugada del 29 de mayo, cuando socorristas de la Cruz Roja de Torreón acudieron a un domicilio de la comunidad El Ranchillo para atender a un niño de cuatro años de edad que se encontraba intoxicado por haber ingerido una botella de cerveza tamaño familiar. El padre del menor fue internado en la cárcel municipal y puesto a disposición del agente del Ministerio Público, quien determinó enviarlo al Centro de Readaptación Social acusado de corrupción de menores, ya que, según las primeras investigaciones, el sujeto acostumbraba darle alcohol y droga a su hijo.
Estos son sólo dos casos recientes de maltrato infantil de tantos que se cometen en La Laguna, región que pertenece al estado que ocupa el décimo lugar nacional en violencia contra los niños, según la Procuraduría de la Familia de Coahuila.
En 2006, en esta entidad se registraron 2 mil 438 casos de maltrato contra menores, es decir, 6.6 casos diarios. En la Comarca Lagunera, la dependencia estatal atendió a 205 niños maltratados, de los cuales 105 habían sido víctimas de violencia física. Al momento de dar a conocer estas cifras, la Delegación Regional de la Procuraduría de la Familia aseguró que la región no es un “foco rojo” en el estado en Coahuila, ya que otras zonas del estado, como la central o la fronteriza, registran índices más elevados.
No obstante, un nuevo dato parece contradecir lo anterior. En lo que va de 2007, la dependencia estatal ha recibido 170 acusaciones de maltrato infantil en La Laguna, de las cuales 159 han sido comprobadas; esta cifra significa que en promedio se reporta un caso diario.
Pero si los números son preocupantes, lo es más el hecho de que la mayoría de los casos de violencia contra menores no se denuncia. Algunas de las causas podemos encontrarlas en el Informe Nacional sobre Violencia y Salud presentado en abril pasado por la Secretaría de Salud y auspiciado por la Organización de las Naciones Unidas, en donde se reconoce que en México existe “un alto nivel de tolerancia” para la violencia que se ejerce contra los niños, ya que los castigos físicos y el maltrato verbal “son prácticas cotidianas que gozan de niveles altos de aceptación” y que en las escuelas no se han prohibido. Quizá por eso, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, México, junto a Estados Unidos y Portugal, tiene “el número más alto de niños muertos por maltrato” entre los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.
Además de casos similares a los citados al principio, en la región se presentan frecuentemente hechos de abuso sexual de menores, exposición a la intemperie de recién nacidos, maltrato verbal, explotación y omisión de cuidados.
No es difícil averiguar las consecuencias de esta dolorosa realidad. Las individuales e inmediatas se observan fácilmente: en el peor de los casos, la muerte; en el mejor de los escenarios, el trauma sicológico y el daño físico. Pero el impacto social del maltrato infantil es más complejo: una sociedad de individuos cuya principal etapa de su vida fue marcada por el abuso, difícilmente podrá encontrar los mecanismos de convivencia que le permitan el equilibrio para un desarrollo armónico y en paz. Si queremos una sociedad sin violencia, comencemos por no ejercerla con nuestros hijos, de quienes siempre se dice, trilladamente, que son el futuro de México y de La Laguna.
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