No me gusta hablar de política, entendida como las andanzas, yerros, y aspiraciones de los llamados “políticos”. Menos aun de politiquería. Si me apasiona el estudio de la Ciencia Política y de la Economía Política. En ambas tengo mis autores favoritos: Francis Fukuyama, Paul Krugman, Jagdish Bhagwati, Rudiger Dornbush, Max Weber, Amartya Sen, David Ibarra, Joseph Stiglitz, Robert Solow, Milton Friedman, Manuel Castells, Kenichi Ohmae, Joseph Schumpeter, Thomas Friedman, Dani Rodrik, Leonardo Garnier, y José Casar.
En Torreón soportamos el caso del Distribuidor Vial Revolución, he decidido bautizarle como “El Fobaproa de Concreto”.
Este Fobaproa de Concreto es un oportuno ejemplo para recrear algunas de las lucidas aportaciones que han hecho los economistas arriba mencionados. Que, obviamente sin conocer la problemática del DVR, (ninguno vive en Torreón, y algunos de ellos ya murieron), nos dan seis poderosas herramientas analíticas para entender claramente como pudimos llegar a esta tragicómica situación.
1.- El problema de la Agencia y el Riesgo Moral.
Donde los propietarios delegan en un administrador elegido, la representación de sus intereses económicos. El ejemplo es cuando el ciudadano-votante-elector encarga a funcionarios políticos la elaboración y aplicación de normas legales para el beneficio común, así como la asignación y el gasto del patrimonio colectivo.
Los ciudadanos somos los propietarios del dinero público. Pero en muchas ocasiones estos recursos económicos pueden ser malgastados por funcionarios públicos; esto es resultado de un fenómeno denominado “riesgo moral”. Estos “empleados desleales” pueden utilizar su capacidad de decisión para obtener maliciosamente beneficios personales a expensas del ciudadano.
Esos beneficios pueden tomar la forma de gratificaciones extras, viáticos excesivos, sobornos, nepotismo, compadrazgo, amiguismo, oficinas grandes y lujosas, uso privado de vehículos; pueden tomar decisiones demasiado arriesgadas, o que sean beneficiosas individualmente, pero perjudiciales en lo comunitario; pueden además tomar decisiones que aumenten su poder personal y permitan esquivar el control de los ciudadanos.
2.- El problema de la Especificidad, Opacidad, y Escaqueo en la Obra Pública.
Donde por razones obvias el común de los ciudadanos estamos imposibilitados para tener los conocimientos técnicos específicos, información y tiempo necesario para profundizar en el análisis de la bondad o conveniencia de ciertos proyectos y obras publicas sobre otras.
Luego entonces, para efectos prácticos estamos sujetos a que los representantes elijan la obra pública necesaria y conveniente, eviten la opacidad en su asignación, ejecución y gestión; y garanticen un producto final razonable en tiempo, costo y calidad.
3.- El problema de la Captura del Regulador.
Donde la asignación de obra pública se trata de regir por las leyes del mercado, subastando o concursando las obras entre diversas compañías con la idea de elegir al postor optimo. Este sistema presenta fallas estructurales, muchas veces el postor optimo no es el mejor postor, y una vez ganado el concurso el “regulador” gubernamental de la obra es capturado por quienes ya la construyen en exclusiva, mediante sobreprecios, retrasos, deficiencias, o en el peor de los casos, sobornos encubiertos.
4.- El problema de la Personalización Excesiva en la Función Pública.
Es común que los servidores públicos en funciones se excusen diciendo que corregirán errores de personas de gobiernos anteriores. Este argumento es muy socorrido tanto en el discurso seudo-esperanzador de la alternancia partidista, como en el discurso unipartidista clásico del “llegaremos hasta las últimas consecuencias”. Lo cierto es que las estructuras jurídicas que garantizan la disuasión y la responsabilización penal en la función pública aun son endebles.
5.- El problema de la Escasa Representatividad Legislativa.
Donde el sistema de representatividad territorial e ideológico-partidista que fundamenta la función legislativa esta agotado. Diputados y Senadores que no representan sino a exiguas minorías derivadas del abstencionismo y el desencanto con la democracia que se agota en las urnas; o a intereses partidarios, corporativos, y sectoriales identificables, y que bajo un eficientismo legislativo mal entendido proponen iniciativas irrelevantes, inoperantes, con dedicatorias visibles, y hasta con defectos constitucionales evidentes.
6.- El problema de la Asimetría Riesgo-Rendimiento.
Un caso: en algunas ciudades quien tiene un perro y lo saca a pasear, lleva consigo una bolsa plástica para que en caso de que la mascota haga sus necesidades fisiológicas en la vía publica, el propio dueño las recoja. Para el dueño, el rendimiento o gusto de tener una mascota, es simétrico con el riesgo de tenerla.
El caso anterior sonara escatológico y hasta extremo, pero es perfectamente ilustrativo. En el DVR, al parecer los únicos que recogeremos los pedazos de la demolición sufriendo las perdidas en tiempo y dinero, no somos quienes las provocamos. Alguien disfruto el rendimiento, y otros pagamos el riesgo.
Heriberto Ramos Hernández
haramos67@hotmail.com
