El Desarrollo en
América Latina
¿Existe América Latina? Entendida como bloque con valores sociales e intereses económicos compartidos, que lo diferencian del resto del mundo. Las opiniones son diversas.
Abraham Lowenthal, diplomático que advierte una región desmembrada, donde las diferencias entre países son marcadas, con asimetrías en la integración comercial, en la disciplina económica, en la capacidad de las instituciones y en la solidez de las democracias.
Samuel Huntintong, profesor estadounidense que analiza la reconfiguración de los grandes movimientos políticos y sociales, en los que el actor deja de ser el Estado?Nación, en tanto monopolio territorial e ideológico, trasladándose hacia las civilizaciones como conjuntos étnicos, raciales, y hasta religiosos.
Heraldo Muñoz, internacionalista que reconoce un nuevo escenario de diferencias latinoamericanas y un incremento en los lazos regionales de los países, pero también valoriza la concertación en un mundo de bloques hegemónicos. México, como bisagra económica (no exactamente geográfica, cuyo papel correspondería a Centroamérica) entre el Norte y el Sur, ha transitado obligadamente desde una doctrina diplomática autista (la doctrina Estrada de la autodeterminación de los pueblos, en el fondo un ?no me meto contigo para que no te metas conmigo?), hasta una diplomacia necesariamente bipolar, que un día amanece con vocación bolivarista, y otro, con la conveniencia de integrarse hacia Norteamérica.
Brasil, que por su extensión geográfica y dispersión demográfica es casi un continente por si solo. Con su liderazgo indiscutido en el Mercosur, explora el bilateralismo de los acuerdos con China, India, Europa y el sudeste asiático.
Pareciera entonces que la unicidad América Latina, resulta compleja, pues la diáspora sigue creciendo, delimitada por integraciones asimétricas, que muestran que en el norte inversión y consumo son bienvenidos, y al mismo tiempo, los emigrantes del sur, quienes a la postre invierten y compran, son sujetos de rechazo.
El crecimiento económico de América Latina ha sido decepcionante durante los últimos cuarenta años. La brecha con las naciones ricas se ha ampliado, mientras que los países del sudeste asiático, que tenían un producto medio por habitante menor que el de América Latina al inicio de 1960, ahora lo superan.
El ritmo de crecimiento ha presentando altos niveles de volatilidad, así como frecuentes crisis financieras que anulan los beneficios de años de crecimiento económico.
¿Cuáles son las causas raíz de este bajo crecimiento económico? Según Krugman, el crecimiento económico no resuelve todo, pero a largo plazo casi es todo para resolver los problemas.
Fukuyama lo define como ?estatalidad?: la fuerza de las instituciones gubernamentales para hacer cumplir las obligaciones, y su alcance para proporcionar y proteger los derechos ciudadanos.
La ?estatalidad? es un sujeto amplio, que en sus modelos incorpora racional y empíricamente los temas del estado de derecho, la calidad de las leyes y su cumplimiento, la protección de la propiedad, la capacidad recaudatoria y la eficacia redistributiva, la transparencia de los procesos del poder, la profesionalización de la función pública, la división de poderes, los incentivos para los acuerdos políticos, los mecanismo de reemplazo de gobernantes, las reglas para solventar controversias y la voluntad colectiva para cumplir objetivos sociales determinados.
En Latinoamérica hemos visto gobiernos con buenas intenciones y programas, pero que se topan con el fracaso, porque las instituciones no ejecutan adecuadamente las políticas públicas. Se trata de un ciclo perverso, porque las instituciones débiles no entregan resultados, propiciando un desencanto democrático, que a su vez las debilita.
Pudiera decirse que la ?estatalidad? muestra la forma de asegurarse de tener un sistema gubernamental basado en instituciones, que desde una aspiración igualitaria, no empobrece a los ricos, sino que enriquece a los pobres.
La competitividad (entendida aquí como la capacidad de ser competentes en la generación y aprovechamiento de oportunidades de crecimiento económico y desarrollo social) se relaciona con la capacidad de incrementar la productividad, es decir, hacer más con menos, o hacerlo mejor con los mismos recursos. La productividad entonces, se convierte en un grifo que al abrirse entrega más empleos y mejores salarios.
Pero los grandes saltos en la productividad de las naciones (esos que permiten índices de crecimiento suficientes para incorporar más gente a las posibilidades del bienestar), no llegan desde recetas gastadas, sino que arriban con el desarrollo del talento humano mediante la educación que promueve la innovación científica, tecnológica y humanista; y que reduce la brecha entre la patente y la aplicación productiva.
(Fragmento del Ensayo: ?América Latina, ¿Avance o Retroceso??, del autor de esta columna, que será publicado por la Universidad Complutense de Madrid)
El autor es especialista en estrategia de negocios.
haramos67@hotmail.com
