¿LA DEMOCRACIA QUITA EL HAMBRE?
Para los amigos de Contextos-GREM. Por la charla, el análisis y las preguntas inteligentes.
¿La democracia obstruye o incentiva el crecimiento económico? Sin ambages, el tema es puesto en la mesa por Juan Ceballos y Marcela Pamanes. Aquí algunos puntos de vista.
Algunos economistas y políticos predican haber confirmado una correlación positiva entre los órdenes político y económico. Que la reestructuración económica fundamental dependería de la democratización; y que el crecimiento económico se fomenta con ella. Pero el análisis empírico no muestra que esa correlación existe con independencia de otros factores temporales y estructurales. Formas de gobierno de todo tipo pueden incidir con el desarrollo económico. Los factores decisivos están en otro nivel.
La estructura democrática beneficia en muchas vías: provee la capacidad para elegir individualmente, promueve la estabilidad política, y garantiza los derechos de propiedad. Podría pensarse que en los Estados democráticos se logra más rápidamente el crecimiento económico. Sin embargo, esto no es absoluto. Existe China, que ha logrado un rápido crecimiento económico siendo un régimen autoritario, y por otro lado México, que ha crecido muy lento siendo un país llamado democrático.
La literatura empírica argumenta que los regímenes democráticos promueven mejor el crecimiento económico que los regímenes autoritarios. Existen también estudios que no comprueban esta hipótesis y arrojan correlaciones positivas débiles entre dichas variables. Otros estudios no dejan ver claramente cual es la relación entre ellas, y por último existen estudios que concluyen que los países democráticos no crecen rápidamente.
Estadísticamente la relación entre democracia y crecimiento económico no es del todo clara y eso se debe también a insuficiencias de la técnica econométrica disponible. Sin embargo, vale puntualizar que no todas las democracias tienen el mismo sistema de rendición de cuentas. Existen países donde los gobiernos son más transparentes que otros. Las democracias son heterogéneas y la capacidad de manejo de información y de generación de compromisos creíbles no es la misma. Un sistema democrático concede ventajas ante la libertad de acción, que muchas veces la gente deja de creer en los gobiernos y candidatos, y por lo tanto no acude a las urnas electorales.
Otro problema es la forma en que se calcula la variable democracia. La mayoría de estudios únicamente corroboran si en los países existen contiendas electorales competitivas. Esta característica no garantiza políticas públicas óptimas por parte de los gobiernos de turno. En cambio, si se tienen votantes bien informados, políticos creíbles y una adecuada separación de poderes, entonces, la relación estadística entre regímenes democráticos y crecimiento económico sería positiva y significativa, sin llegar a ser causal y deterministica.
Los regímenes democráticos producen más beneficios sociales que cualquier otro régimen, sin embargo, para que haya repercusiones sobre el crecimiento económico hay que trabajar intensamente en fortalecer la calidad democrática. No basta con tener elecciones competitivas para tener democracia.
Sin reformas políticas, tales como la creación de polos de poder ciudadano y de una opinión pública crítica, las reformas económicas no tienen éxito. La introducción de principios democráticos formales nunca fructificara ante un sistema monopólico de privilegios, y cuando el poder de la población es mínimo, para exigir a las elites las imprescindibles reformas políticas.
Otra cosa es cuando se insinúa que la democratización por sí misma tiene como resultado una más justa distribución del ingreso y una disminución de la pobreza.
Las pruebas empíricas que afirman que la democracia fomenta dichos factores son frágiles y se reducen a creer que sistemas democráticos tienden más que sistemas autoritarios a gastar mayores sumas en fines sociales. Debe constatarse que también las llamadas "dictaduras desarrollistas", de las que hasta mediados de los años 70 se decía que fomentaban el desarrollo económico más que las democracias, en muchos países demostraron ser dictaduras sin desarrollo. Al revés, tampoco puede probarse que las democracias antiguas, (como la estadounidense), no dependen de la alimentación de clientelas con favores y privilegios.
La condición más importante para una exitosa reforma económica pareciera ser la capacidad de superar la presión de los intereses particulares y clientelares. Posible mediante mecanismos de límites al corporativismo. En el mismo sentido va la constatación de que en países como México, en los que el Ejecutivo y el Legislativo (con partidos políticos indisciplinados ante sus electores) se bloquean mutuamente, lo más indicado sería un fortalecimiento de la rendición de cuentas de los grupos parlamentarios y de los partidos hacia la ciudadanía.
En general, puede demostrarse que entre la democratización y una política económica para el desarrollo no siempre surgen efectos sinérgicos. La democracia es necesaria, pero nunca suficiente para quitar el hambre.
(Fuente: Investigaciones en World Bank, Eudmnet-Quantum Economics, y Deutsche ECDPM)
Heriberto Ramos Hernández
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