Puede parecer broma, pero la evidencia deja en claro que en Acción Nacional se está consolidando una corriente marxista, pero no hay por qué espantarse... los marxistas albiazules no se inspiran en la escuela filosófica del temible Carlos Marx, sino en la humorística de los inmortales Groucho, Harpo, Zeppo y Chico Marx.
En la corriente cómico-marxista de Acción Nacional destaca Vicente Fox y Manuel Espino que, al más puro estilo de los hermanos Marx ?los cómicos desde luego?, cada vez que echan el codo atrás para tomar impulso y darle un puñetazo a Andrés Manuel López Obrador, terminan por noquear con un codazo a Felipe Calderón.
Los marxistas Vicente y Manuel nunca se fijan en que, en sus lances, siempre descuentan o maltratan a su supuesto camarada, el presidente de la República.
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Lo más chistoso de los comediantes marxistas del PAN es que, invariablemente, reponen el debate sobre la legalidad y la legitimidad con que Felipe Calderón ganó la elección presidencial.
Cada vez que parece agotado el asunto de si Calderón ganó legal y legítimamente la elección, los marxistas Vicente y Manuel lo traen a colación. De a tiro por sketch, trátese de una conferencia magistral dictada por ese gran académico que resultó ser Fox o de un pronunciamiento político hecho por ese gran estadista que resultó ser Espino, la pareja deja muy mal parado a su querido camarada, el Señor Presidente de la República. Cada crítica o burla que Vicente y Manuel formulan sobre López Obrador, terminan siendo un boomerang que pega en el pecho donde Felipe Calderón se tercia la banda presidencial.
No faltan quienes aseguran que, como en todo sketch, el chiste está previamente negociado y calculado. Que si Vicente o Manuel se lanzan contra Andrés Manuel y le pegan sin querer a Felipe Calderón es porque su rol consiste en pasar como los duros de la comedia del poder, quitándole al mandatario la necesidad de darle de palos o tirarle pastelazos a quien fue su rival.
Quienes no están convencidos de esa versión, piensan otra cuestión. Ven en la actuación de Vicente y Manuel el manifiesto empeño de golpear a Felipe Calderón para ablandarlo y someterlo, neutralizando así cualquier acción que pudiera emprender en contra de ellos. El propósito del golpeteo queda encubierto, desde luego, por el disfraz del pretendido ataque contra Andrés Manuel López Obrador.
Sea lo uno o lo otro, el resultado es terrible para Felipe Calderón. Queda como el patiño de los comediantes.
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En la lógica del sketch de Vicente, Felipe Calderón resulta ser un hombre sin inteligencia ni arrojo, un político manipulable que Fox utilizó para frenar la posibilidad de que Andrés Manuel López Obrador ocupara la residencia oficial de Los Pinos.
La conferencia del ex mandatario en Washington fue toda una cátedra de perversión política y de un torcido replanteamiento de los conceptos de democracia y Estado de Derecho. La perversión política asoma cuando Fox dice que fue derrotado en la intentona de eliminar al perredista por la vía de su enjuiciamiento, pero no en la campaña electoral donde hizo ganar a ?su? candidato.
Más allá del decorado de sus palabras, el comediante deja en claro que hizo del derecho un ariete para golpear al perredista. Poco importaba si había elementos judiciales para proceder o no en contra de López Obrador, el asunto no tenía que ver con la legalidad sino con la política y el objetivo era eliminarlo de la competencia electoral. Y, luego, ante esa derrota, Vicente hace sentir que hizo todo para llevar a la victoria a ?su? candidato. En otras palabras, si en el primer intento muy poco le importó torcer el Estado de Derecho; en el segundo, muy poco le importó torcer la investidura de jefe de Estado para jugar el rol del jefe de campaña.
La conclusión de la cruzada que el cómico emprendió era establecer que, en México, la democracia es tutelada. Vicente se encargó de dejar en claro que la democracia, en el replanteamiento Fox-marxista del concepto, corre de la derecha al centro... pero no más allá. El electorado carece, conforme a esa lógica, del criterio suficiente para reconocer lo negativo que pudo ser elegir a un ?populista? como Andrés Manuel. Por fortuna, México contaba con Vicente Fox quien, como todo buen comediante, desconoce la palabra pudor.
En todo caso, el accidente en el sketch de Vicente Fox resulta ser Felipe Calderón. No en vano, Vicente se ufana de haber ganado su elección y la de Felipe, ?su? candidato. Y en ese ?su?, se cifra otra desconsideración para el actual presidente de la República. No es que Felipe Calderón fuera el cuadro político donde Vicente depositara su fervor político, no. Felipe era suyo, de su propiedad, era un objeto del que Vicente disponía. Para nadie es un secreto que el candidato de Fox era Santiago Creel, por eso el que Vicente diga ahora que Felipe era ?su? candidato implica un terrible menosprecio.
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En el sketch de Manuel, los chistes ya pasan por una broma pesada en contra del presidente de la República.
Cada definición del dirigente panista sobre su relación con el Gobierno entraña un desafío para Felipe Calderón. Si mete la mano, le corta el brazo. Si quiere intervenir en el partido, Manuel deja el PAN. Bajo la simulación de la defensa del partido, Espino deja sentir una y otra vez que si con alguien tiene que negociar Felipe es con él, después vendrá la Oposición o lo que sea, primero se tiene que arreglar con el dirigente panista.Y, cuando el comediante afloja las bromas sobre su patiño, suelta sus dardos contra Andrés Manuel López Obrador que, curiosamente, igual terminan por lastimar a Felipe Calderón. Irse hasta Colombia para calificar de ?payaso? a López Obrador, es algo que ya ni le va ni le viene al tabasqueño. Por absurdo que parezca, le facilita la situación a Andrés Manuel y se la complica a Felipe Calderón. Si el costo del supuesto impulso continental de la democracia cristiana lleva el precio del sacrificio de Felipe Calderón, el presidente de la República tendría que comenzar a tomar mayores providencias.
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Lo cierto es que el sketch montado respectivamente por Vicente y Manuel, de repetido comienza a aburrir y en su rutina deja ver asuntos de mayor hondura.
De entrada deja ver que los marxistas Vicente y Manuel no querían a Andrés Manuel en la Presidencia de la República pero tampoco a Felipe Calderón y que, si bien frenaron como pudieron al primero, sienten la urgencia de frenar al segundo.
A estas alturas ya no se puede cargar a la cuenta de la ignorancia y la torpeza las bromas que Vicente y Manuel le aplican a Felipe. A todas luces, detrás de ellas se advierte una nutrida y profunda perversión política que nada tiene de chistosa.
Es gracioso, desde luego, que los marxistas de Acción Nacional estén haciendo la chamba de cuestionar la legitimidad y la legalidad de la elección de Felipe Calderón. Incluso, hay perredistas entusiasmados con la idea de que aquel par de comediantes mantenga su respectivo road-show porque, a ellos, les vienen como anillo al dedo sus aparentes dislates.
Pero más allá de los chistes, Felipe Calderón tendría que advertir el peligro supuesto en la consolidación de esa corriente marxista en su partido, o bien, asumir el rol que le asigna aquel par de comediantes.
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