Es parte de la condición humana, tratar de culpar a otros de nuestros errores. Nos cuesta mucho trabajo decir: “Me equivoqué”, o “Es culpa mía”. Y como las empresas están manejadas por seres humanos, se actúa igual en nombre de ellas.
Hace unos meses escribí en este mismo espacio, de la mala experiencia que tuve con el servicio de la aerolínea Aeroméxico, con sus ya famosos vuelos en “plataforma remota” y me alegré, entonces, de que Mexicana fuera a dar servicio aéreo a la Ciudad de México.
Pero la experiencia que acabo de sufrir, me hace, también ahora, desconfiar del servicio que presta esta línea aérea, que se ostenta como “la primera de México”.
Festinando con la familia, la reanudación de los vuelos de Click a Las Vegas, animé a varios familiares para que hiciéramos un viaje de unos días a esa maravillosa ciudad.
Todo fue a pedir de boca, hasta el momento del regreso, que se suponía efectuaríamos el jueves por la noche, llegando a Torreón en la madrugada del viernes, horario de por sí, ya incómodo.
Para empezar, antes de que el avión de moviera en la plataforma, se nos informó a un grupo como de cuarenta pasajeros, que “el avión tenía que ser revisado, por una pequeña falla técnica, por lo que la salida se demoraría unos minutos”, con lo cual nadie tuvo inconveniente.
Pero ya avanzado el vuelo, se nos informó que la aeronave aterrizaría en Monterrey, “porque el personal de Migración se había retirado de las instalaciones aeroportuarias de Torreón y no había quién recibiera la documentación que teníamos que entregar al tocar tierra. Así que fuimos a parar a Monterrey, con el ofrecimiento de que “seríamos trasportados por tierra a Torreón”, lo que en sí mismo ya significaba una verdadera contrariedad.
Ya en aquella ciudad, no faltó el vivillo (en este caso mi amigo Juan) que hablara a Torreón, por celular y una de sus hijas le informó que “desde las once de la noche les habían dicho que el avión no llegaría a Torreón”.
La suposición de la mayoría de los pasajeros fue en el sentido de que la aeronave iba descompuesta y como aquí, Mexicana, no tiene base ni mecánicos que la reparen, recibieron olímpicamente la orden de que se fueran a Monterrey para que allá repararan el avión, aunque ello significara muchas molestias para los pasajeros.
Para colmo, al llegar a Monterrey, la mayoría de los pasajeros fueron enviados a Torreón en camionetas, sabrá Dios en qué condiciones y a altas horas de la madrugada, entre una espesa neblina, propia de aquellos lares, pero la mayoría aceptó impulsados quizá por el deseo de llegar a su destino por cualquier medio.
Nosotros no aceptamos el trato y en cambio, nos dieron hospedaje en un hotel cercano al aeropuerto, de esos que podríamos llamar “minimalista”, porque sólo tienen la cama, un pequeño baño y televisor y preciso, camas individuales.
Gracias a las gestiones de Manuel, el ofrecimiento se completaba con un boleto de avión para viajar a Torreón al día siguiente, por Aerocalifornia, lo que no fue del agrado de Claudia, Nora, Laura y Patricia, que ni tardas ni perezosas, apelaron a la generosidad de César y su hijo, para que fueran por ellas hasta Monterrey en un vehículo de su agrado, lo cual me pareció un abuso de su parte hacia mi concuño y sobrino. Pero cada quién sabe lo que hace.
Hasta el momento de escribir estas líneas, me queda la duda de si ese desvío de ruta se debió, como sostiene Mexicana, por la irresponsabilidad de los señores de Migración, en cuyo caso, la Secretaría de Gobernación, puede tomar este escrito como una queja en forma, pues no es posible que estando por llegar un vuelo del extranjero, sus agentes se retiren, porque concluyó su labor y sin miramientos, causen una molestia de esa magnitud.
Pero, si por el contrario, la razón del cambio de ruta se debió a la necesidad de la compañía de llevar el avión a Monterrey para ser reparado, son unos mentirosos por levantar falsos a los de Migración.
Ignoro cuál sea la verdad, pero sólo hay de dos sopas: O miente el personal de Mexicana o los de Gobernación son unos burócratas irresponsables y la Secretaría debería tomar cartas en el asunto, para evitar que esas desatenciones vuelvan a suceder.
La ciudadanía no tiene por qué estar expuesta ni a las mentiras ni a la conducta irresponsable de personas que, se supone, trabajan para ella.
Debo añadir, que al llegar al aeropuerto de Torreón, nos enteramos que el vuelo de Mexicana que debería de haber salido a Las Vegas, el viernes por la mañana, se canceló, por lo que quienes se saborearon estar en aquella ciudad ese día y otros más, se quedaron con las ganas, lo cual me parece igualmente injusto, para quienes programan un viaje de éstos con la debida anticipación.
Pero lamentablemente, así nos la llevamos, en buena parte de este país: Entre las mentiras y las irresponsabilidades. Ni modo, aquí nos tocó nacer, como diría Carlos Fuentes.