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Milagros/Addenda

Germán Froto y Madariaga

Yo creo en los milagros. Creo que hay cosas para las que no existe una explicación científica o racional, no obstante lo cual se dan.

Esta semana tuve conocimiento por distintos medios de hechos que pueden ser considerados como milagrosos. Dos de ellos por medio de la televisión y uno de manera personal que me significó un momento de alegría dentro de este tiempo de zozobra e incertidumbre.

Por eso sigo creyendo en el poder de la fe y en el de la oración.

Creo que, en efecto, la fe mueve montañas. Y que la mente atrae aquello en que pensamos con firmeza. Hoy más que nunca creo en la ley de la Atracción. Si pensamos positivamente llegarán a nosotros cosas positivas.

Si por el contrario, pensamos negativamente o le causamos daño a otros, llegarán a nosotros cosas negativas y los malos deseos se revertirán por el efecto bumerang.

Por la mañana, vi cómo un bebé fue rescatado vivo de entre los escombros, después de dos días del terremoto de Perú.

Se produjo una vez más ese efecto que se repitió varias veces durante los sismos del 85 en México. El pequeño había bajado sus signos vitales a tal grado que eso le permitió sobrevivir sin comida ni agua durante el tiempo en que estuvo atrapado entre los escombros.

Maravillosa cualidad esa que lamentablemente perdemos con la edad. Al tomar conciencia de las cosas nos tornamos temerosos y desconfiados y eso nos afecta a veces gravemente.

También vi, cómo se derrumbó un templo y sin embargo, una imagen del Cristo permaneció intacta. Es una imagen que ha permanecido así y soportado dos terremotos y un incendio.

Me podrán dar explicaciones científicas, pero el caso es que la figura se encontró sin daño alguno.

Pero lo más maravilloso, que me llenó de contento, fue la noticia que me dio una amiga, al preguntarle por su hermana que está en el extranjero bajo tratamiento de cáncer. En esa llamada mi amiga me informaba que de acuerdo con los últimos análisis, el médico no se explica la forma en que su cuerpo se curó casi por completo de ese mal.

Muchas éramos las personas que rogábamos por su reestablecimiento y Dios escuchó esas oraciones.

Hasta mi amiga, que se decía incrédula de estas cosas, admitió que tenía que reconocer que algo había sucedido que escapa al conocimiento ordinario, pero que su hermana estaba casi curada.

Los milagros suceden por el poder de la fe y la fuerza de la mente. Nuestros pensamientos son energía y esa energía se transmite a todo nuestro cuerpo generando un estado de bienestar que tiene el poder de regenerar nuestro cuerpo.

Somos lo que pensamos y atraemos esos pensamientos. En eso consiste el poder de la atracción.

Sucede lo mismo con los deseos. Si deseamos en verdad una cosa y pedimos con fuerza por ella, seguramente la obtendremos. Pero tienen que ser cosas posibles y para nuestro bien.

La fuerza de la mente es tan poderosa, que cuando alguien quiere morir, es capaz de lograrlo.

Por eso mismo, alguna vez Henri Ford, afirmó: “Si crees que puedes o crees que no puedes, en ambos casos estarás en lo cierto”.

Pero en todo ello, la fe juega un papel importante.

De ahí, que lo que se pida con fe se concederá, siempre que lo hagamos con sinceridad y haciendo lo que nos corresponda, pues debemos poner lo que esté de nuestra parte.

A mi juicio, es así como se producen los milagros.

Yo tengo pendientes un par de ellos y estoy seguro que se van a realizar. Porque mantengo la fe y ruego diariamente por que sucedan.

Dos frases me siguen animando a que así será: “Hoy es siempre, todavía”; y “hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de su mano”.

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