Finalmente fueron dos los milagros que se registraron en las recientes elecciones de Oaxaca, Aguascalientes y Baja California.
El primero fue que los comicios se desarrollaron en una calma casi total y el segundo que Jorge Hank Rhon perdió la gubernatura de Baja California para concluir su peligrosa aventura política.
Son muchas las lecturas que se han dado a estos comicios, el más negativo se refiere al alto porcentaje de abstencionismo que en Oaxaca superó el setenta por ciento a pesar de las pasiones políticas que viven en aquella región.
A pesar del derroche en publicidad en las campañas y de las fuertes pugnas entre candidatos y partidos como sucedió en Baja California, la población no quiere salir a votar y prefiere mantener una escasa participación en las urnas.
Sería muy oportuno que una universidad de prestigio realice una investigación sobre las causas del abstencionismo, a la mejor nos entramos ahí que los ciudadanos están hartos de las mismas caras y los mismos partidos o quizá confiesen que el domingo y durante el verano resulta el peor momento para llevar a cabo unas elecciones.
En Baja California el partido tricolor y sus candidatos tardaron 24 horas para dar la cara y aceptar una derrota dolorosa que los llevó a perder cuatro de cinco alcaldías, 14 de 16 diputaciones locales y la gubernatura.
La Alianza por Baja California encabezada por el PAN sorprendió con una victoria holgada cuando días antes de las elecciones las encuestas señalaban un final cerrado y muy competido en prácticamente toda la entidad.
Pero a pesar que Hank Rhon admitió su descalabro de siete puntos, la dirigencia del PRI anuncia que demandará la nulidad de los comicios por la supuesta intromisión del gobernador Eugenio Elorduy en el proceso electoral además de otras anomalías.
El PRI pretende repetir la demanda perredista de 2006 de realizar un recuento “voto por voto, casilla por casilla” en lo que semeja una estrategia de los líderes del tricolor para justificar los malos resultados. No se descartan irregularidades en algunos distritos, pero de ello a demandar la anulación del proceso es por demás absurdo y exagerado.
Igual de absurdo resulta la versión de que el candidato panista José Guadalupe Osuna ganó gracias al operativo de Elba Esther Gordillo y sus maestros, esta intromisión debe investigarse y aplicarse la ley en caso de un delito electoral, pero acreditar el triunfo a dicho gremio significa subestimar a la ciudadanía bajacaliforniana.
Se olvida que el año pasado durante las elecciones federales el PAN arrasó en los seis distritos de Baja California y hace tres años perdió Tijuana y Mexicali por un escaso margen debido a que los panistas se durmieron en sus laureles y entraron en pugnas internas a la hora de escoger a sus candidatos.
Por ello suena más sensata la versión del gobernador priista Eduardo Bours, quien dice que su partido ganó en Oaxaca y Aguascalientes porque escogió a buenos candidatos, pero no ocurrió lo mismo en Baja California en donde por cierto el grupo de Hank se apoderó del PRI hace tres años para imponer a su gente.
No obstante la victoria alcanzada, el nuevo mandatario de Baja California estará obligado a replantear el modelo de Gobierno que luego de 18 años muestra signos de agotamiento.
Además del grave problema de inseguridad, en dicha entidad norteña dejan mucho qué desear los servicios básicos como el transporte, la educación y la atención de la salud.
Los panistas en Baja California no tendrán excusa para iniciar una nueva era de progreso y tranquilidad toda vez que la gubernatura, el congreso y cuatro alcaldías quedarán en sus manos además de la Presidencia de la República.
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