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Miles alzan la voz para exigir reforma migratoria

ESTADOS UNIDOS | LAS MANIFESTACIONES FUERON, SIN EMBARGO, MUCHO MENORES QUE LAS DE 2006

Mientras decenas de miles de personas se manifestaban a lo largo y ancho de los Estados Unidos por una reforma migratoria que incluya la legalización de residentes indocumentados, las negociaciones políticas
en torno a propuestas de Ley parecían estancadas en desacuerdos básicos. (Fotografías de Notimex y AP)

Mientras decenas de miles de personas se manifestaban a lo largo y ancho de los Estados Unidos por una reforma migratoria que incluya la legalización de residentes indocumentados, las negociaciones políticas en torno a propuestas de Ley parecían estancadas en desacuerdos básicos. (Fotografías de Notimex y AP)

El Universal

Apoya Hillary Clinton la jornada de marchas migratorias.

No llegaron al millón y medio de hace un año, cuando ciudades como Chicago, Phoenix, Los Ángeles y Nueva York se inundaron con los ejércitos de indocumentados que salieron por primera vez de las sombras. Y, sin embargo, eso no le restó “enjundia” y pasión a una movilización que ayer fue contabilizada en decenas de miles en todo el país para demostrar que el gigante hispano aún está vivo y decidido a mantener la lucha por su legalización:

“Señor presidente, George W. Bush, escuche atentamente: ¡Aquí estamos y no nos vamos!.. !Aquí estamos y no permitiremos que sigan deportando y separando a familias!.. !Aquí estamos para exigir el fin del régimen de Apartheid al que se nos quiere condenar a vivir!”, fue el reclamo que se escuchó desde el centro de Los Ángeles, donde poco más de 15 mil asistentes acudieron al llamado de las organizaciones.

En una jornada marcada por la división en el seno del movimiento proinmigrante, las marchas que discurrieron por Los Ángeles, Chicago, Detroit, Washington y Nueva York se caracterizaron por el rechazo a la iniciativa que promueve el presidente Bush y el repudio a la oleada de arrestos y deportaciones que ha separado a miles de familias.

Pero, también, por la división de estrategias que han desunido al movimiento proinmigrante entre “radicales” y “moderados”. Una caprichosa separación entre quienes, como hoy, siguen considerando a las marchas como una “poderosa herramienta de acción política”, mientras los moderados siguen apostando por las cartas y el cabildeo político como la más efectiva forma de influir en el Congreso:

“La iniciativa del presidente Bush y el clima de terror que han dejado tras de sí las deportaciones, no nos han dejado margen para las acciones moderadas. Por eso, hoy como ayer, hemos insistido en la importancia de que los distintos líderes y organizaciones cierren filas para volver a salir a la calle”, aseguró Gloria Saucedo, de Hermandad Mexicana y una firme convencida de las marchas.

Al margen de las divisiones que han conseguido impactar en la convocatoria y modalidad de las marchas, entre los asistentes se encontraban personajes como Beatriz Hinojosa, una niña de apenas 13 años que marchó para exigir el retorno de sus padres deportados:

“Hace un año no marché, porque mis padres tenían que ir a trabajar. Hoy, ya no tengo a mis padres porque han sido deportados y por eso no he dudado en venir a marchar porque mañana otros niños se pueden sufrir lo mismo que yo”, aseguró Beatriz mientras sujetaba de la mano a su pequeño hermano Héctor y avanzaba trabajosamente entre una multitud que avanzaba sobre la avenida Broadway.

O como Alejandro Ramírez, un estudiante indocumentado que no puede continuar sus estudios universitarios y decidió asistir a la marcha al saber que cientos de miles de estudiantes en su misma situación acudirían a la convocatoria lanzada en ciudades como Chicago, Nueva York o Houston:

“Nos han dicho que los walk out (marchas) ya no funcionan. Pero hay muchos que, como yo, sabemos que las marchas siguen siendo una poderosa arma de presión”, dijo Alejandro mientras se perdía con sus amigos en un torrente inundado por pancartas y banderas.

El seguimiento desigual en algunas de las marchas y convocatorias en todo el país permitió que la ciudad de Chicago (donde el liderazgo latino trabajó a marchas forzadas en pro de la unidad), se alzara con la convocatoria más exitosa con poco más de 150 mil manifestantes en Grant Park:

“Al final conseguimos dar el ejemplo en todo el país. Nuestra labor a favor de la unidad rindió el fruto esperado”, aseguró en tono festivo Emma Lozano, de la organización Sin Fronteras de Chicago.

En Los Ángeles, donde la proverbial división estuvo a punto de hacer naufragar los actos del primero de mayo, la asistencia de entre 15 y 20 mil personas fue festejada como un “éxito relativo” entre algunos de los organizadores:

“Tuvimos todo en contra y fuimos objeto de todo tipo de ataques y descalificaciones. Y a pesar de ello, la gente salió a la calle y Los Ángeles pudo estar así en comunión con el resto del país”, aseguró Luis Angel Nieto, de la Coalición en Defensa de los Derechos de los Inmigrantes.

En ese marco, la senadora Hillary Rodham Clinton destacó que las marchas “subrayan la importancia de una reforma de inmigración amplia”, que en su opinión debe incluir un fortalecimiento de la frontera, mayor cooperación de Canadá y México, aplicación “estricta pero justa” de las leyes migratrorias, ayuda federal para gobiernos locales y un camino a la legalización para residentes indocumentados.

Pero el inicio del debate y las manifestaciones se realizan mientras se registra un incremento del número de “razzias” contra indocumentados en centros de trabajo y organizaciones antimigrantes desarrollan virulentas campañas en contra de lo que califican como “amnistía” a “violadores de la Ley”.

Kennedy, de hecho, aludió a la polarización del debate. “Grupos extremistas frecuentemente tratan de capitalizar sobre nuestros sentimientos de vulnerabilidad para culpar a los inmigrantes de los problemas de los Estados Unidos”, dijo durante un discurso ante la Liga Judía AntiDifamacion (ADL), en el que se pronunció, además, por una reforma que brinde un camino a la legalización de indocumentados.

Al margen de la guerra de cifras y valoraciones, la mayoría de los líderes que acudieron a las marchas manifestó su esperanza en que la movilización de ayer fuera escuchada por el Congreso y que el Partido Demócrata cumpliera su promesa a favor de una reforma migratoria.

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