Monseñor don José Guadalupe Galván Galindo, Obispo de Torreón, en la inauguración del Foro Internacional Pro-Paz, los días seis y siete de septiembre en las instalaciones del Tecnológico de Monterrey, Campus Laguna, con motivo del Centenario de nuestra ciudad, nos dirigió esta invocación hacia el Altísimo, que ha quedado profundamente en nuestros corazones. La reproduzco como parte de las bellas aportaciones que tendremos para recordar este magnífico evento organizado por la Comisión de Relaciones Públicas del Centenario y los clubes rotarios de Torreón.
“Todos los que estamos aquí reunidos para participar en este Foro Internacional Pro-Paz, sabemos y estamos convencidos que la paz es posible, que la paz es una necesidad apremiante, que la paz es un don de Dios pero que también depende de cada uno de nosotros.
El Concilio Vaticano II, en la constitución Gaudium et Spes, nos dice que “la paz es el fruto del orden asignado a la sociedad humana por su divino fundador y que los hombres, siempre sedientos de una justicia más perfecta, han de llevar a cabo”. (No. 78).
Hoy hacemos una oración por la paz porque creemos que orar por la paz significa que Dios puede abrir caminos a la paz allí donde parece que sólo hay obstáculos; orar por la paz significa pedir por la justicia y por un adecuado ordenamiento de las naciones y por las buenas relaciones entre ellas; orar por la paz significa defender la libertad religiosa, que es un derecho fundamental humano y civil de todo individuo; orar por la paz significa favorecer la vía del diálogo para establecer la civilización del amor en un mundo marcado por tantos conflictos y violencias; rogar por la paz significa ayudar a los emigrantes que han de ser tratados siempre con el respeto debido a la dignidad de toda persona humana; orar por la paz significa defender el valor de la vida, ya que no puede haber paz cuando falta la defensa de este bien fundamental; orar por la paz significa tener conciencia ecológica para respetar la naturaleza, obra de Dios confiada al hombre para su bien.
San Francisco de Asís, patrono celestial de los ecologistas, nos ofrece ejemplo de un respeto auténtico y pleno por la integridad de la creación, el mismo nos da testimonio de que estando en paz con Dios podemos dedicarnos mejor a construir la paz con toda la creación, la cual es inseparable de la paz entre los pueblos.
Para que Dios haga de nosotros verdaderos instrumentos y mensajeros de su paz, los invito a decir la oración de San Francisco:
“Señor, hazme instrumento de tu paz.
Donde haya odio, siembre yo tu amor.
Donde haya injuria, perdón.
Donde haya fricción, unión.
Donde haya error, verdad.
Donde haya duda, fe.
Donde haya desaliento, esperanza.
Donde haya sombra, luz.
Donde haya tristeza, alegría.
¡Oh divino Maestro!
Concédeme que no busque ser consolado, sino consolar; que no busque ser comprendido, sino comprender; que no busque ser amado, sino amar.
Porque dando es como recibimos; perdonando es como Tú nos perdonas; muriendo en Ti es como nacemos a la vida eterna”.
“COMPARTAMOS ROTARY”.
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