(Primera parte)
Para William B. Boyd, presidente anterior de Rotary International, el término “medio ambiente” evoca diferentes pensamientos en cada uno de nosotros. A algunos nos trasmite imágenes de parques y bosques, océanos y montañas; a otros, verdes planicies y vida silvestre. Cuando consideramos los desafíos que plantea el medio ambiente, es posible que pensemos en los sistemas de reciclaje o de ahorro de energía eléctrica, el destino de los desperdicios industriales o los cambos climatológicos. Tendemos a pensar en asuntos que nos superan a nivel individual y por lo tanto, pueden llegar a parecernos demasiado abstractos.
Sin embargo, para cada uno de nosotros, el medio ambiente significa, en términos literales, lo que nos rodea: el aire que respiramos, el agua que bebemos, la tierra que pisamos. Nuestro medio ambiente es nuestra vivienda, nuestro jardín, la calle en que vivimos, nuestra comunidad, nuestro país y en definitiva, nuestro planeta. El grado de pureza del agua que corre a muchos kilómetros de distancia puede afectar la calidad del agua que llega a nuestros hogares. La contaminación del aire en una ciudad distante repercute en el aire que respiran nuestros pulmones. Los gases que expelen los vehículos, chimeneas y plantas hidroeléctricas afectan no sólo a nuestras familias, sino a las familias de todo el mundo, tanto las de hoy como las de futuras generaciones.
Los problemas del medio ambiente no se circunscriben al ámbito local, sino que abarcan todo el planeta. Un río plagado de desperdicios daña directamente la salud de aquéllos que beben el agua proveniente de sus napas, pero también repercute negativamente en todo el ecosistema. Una ciudad densamente contaminada no sólo daña la salud de sus habitantes sino la de los residentes de ciudades que se encuentran a cientos de kilómetros a la redonda. A medida que nos informamos más y entendemos mejor los cambios relacionados con el clima, más conciencia tomamos de que no existen las decisiones locales. Todas nuestras acciones repercuten en los demás.
La serie de estudios del medio ambiente dio lugar a una rama de la ciencia llamada ecología y que desde 1869 el científico Ernest Haeckel definió como: “La relación entre los seres vivos y su medio ambiente”.
Posteriormente vino la definición de contaminación como: “La introducción de un agente ya sea físico, químico o biológico no deseado en un ambiente en el que no se encontraba, o si estaba presente, sus niveles no se consideraban dañinos”.
En el mundo actual muy globalizado, las estadísticas nos mantienen al día sobre la catástrofe que se aproxima si la humanidad y sus líderes no son capaces de detener este desastre mundial.
El Banco Mundial proyectó que en promedio, 1.8 millones de personas morirían cada día entre el año 2001 y 2020 debido a la contaminación del aire. En Estados Unidos, los últimos nueve años han estado entre los 25 más calientes del que se tiene constancia, un acontecimiento sin precedentes de acuerdo con la Administración Oceánica y Atmosférica Nacional.
Al Gore, ex vicepresidente de los E.U.A. y ahora Premio Nóbel de la Paz por su lucha internacional contra los graves efectos del “Calentamiento Global”, presenta datos de la alta producción de bióxido de carbono en la atmósfera como consecuencia de los procesos industriales, la combustión de las gasolinas por los automotores y la pérdida de las áreas boscosas en todo el mundo por los extensos incendios. El hombre es en gran medida el depredador más importante del planeta ya que es el actor de esta conducta equivocada haciendo crecer en forma desmedida los desiertos y sin ninguna restricción la industrialización sin protección para el ecosistema, aumentando la contaminación atmosférica a nivel internacional y provocando el grave calentamiento global que ahora nos empieza a originar catástrofes no conocidas como los tsunamis y huracanes por el deshielo de los casquetes polares.
¡Enhorabuena por esta decisión del Instituto Karolinska de Suecia!
Al Gore, como Premio Nóbel de la Paz, tendrá una voz más representativa y fuerte en su país que tiene el nada honroso primer lugar en la producción del bióxido de carbono en la atmósfera.
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