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MINUTO ROTARIO

DR. IGNACIO MÉNDEZ LASTRA

(SEGUNDA PARTE)

MENSAJE DEL SR. OBISPO CON MOTIVO DEL CENTENARIO

“Torreón, es tierra abierta a la semilla. Ésos fueron los orígenes de lo que hoy somos. Y Dios se encargó de sembrar la buena semilla en nuestros campos. Semilla que se regó con el sudor y el trabajo, los sueños y las tristezas de quienes llegaron a esta región, provenientes no sólo de otros lugares de nuestro México, sino incluso más allá de nuestras fronteras y de los océanos que nos rodean. Y todos llegamos aquí, como se llega a la vida, como un regalo, como una gracia, pero también como una tarea.

Torreón, nació del esfuerzo y del trabajo, de la renuncia y la firmeza, del tesón y de la perseverancia. Pero también nació de la solidaridad, de la capacidad de compartir, de la generosidad y sencillez, características típicas de nuestros mayores. Ellos nos enseñaron a vernos como hermanos, a no crear rivalidades que pisotean y destruyen... De ellos –eco maravilloso que encarnó la voluntad amorosa de nuestro Dios y Padre- aprendimos a no sentirnos superiores a nadie, a tender la mano a los demás sin exclusión alguna porque todos somos hermanos, miembros de la misma gran familia.

Esta bella ciudad nos enseñó, desde sus orígenes, a abrirnos a todos. A no crear muros ni barreras. Nos enseñó a tender y construir puentes para salir al encuentro de los demás. Aquí hemos aprendido a ser hospitalarios y a abrir de par en par las puertas del corazón para acoger a los hermanos. Torreón, es la ciudad de puertas abiertas; es la casa de la familia que invita y acoge a todos a estar y permanecer, estableciendo relaciones que ayuden al crecimiento de cada persona y de toda la sociedad.

En sus orígenes, esta tierra bendita planteó retos a sus primeros moradores. La fiereza del desierto exigió a nuestros antepasados generar respuestas nuevas y creativas para que así “el desierto se convirtiera en vergel”. Así, en esta tierra de esfuerzos, hemos aprendido de la tenacidad y la creatividad. Desde aquí nos gritamos una y otra vez, que no podemos darnos por vencidos. El dolor y el esfuerzo nos ha obligado a volver la vista al cielo y soñar despiertos, teniendo los pies bien puestos en la tierra.

Pero éste, que es nuestro origen, se convierte también en nuestra vocación de futuro. Si bien tenemos muchas cosas de qué darle gracias a Dios, también tenemos que reconocer que nos falta mucho por hacer. Abrimos las ventanas de nuestra casa y, al ver al interior descubrimos que todavía hay mucho desierto: la injusticia, la pobreza, el abandono, y la marginación, son –entre otros muchos- algunos de los frutos amargos que aún no hemos podido transformar en “la justicia, la paz y el derecho que traerán calma y tranquilidad perpetua”.

La vocación de nuestra ciudad es grande, gigantesca. Torreón, -y por lo tanto sus habitantes- está llamada a ser la ciudad fuerte, el baluarte que defiende, que protege, que da seguridad y confianza, a la sombra de la cual, sus hijos e hijas pueden crecer en plenitud y prosperidad.

Torreón tiene que ser “como la ciudad construida en lo alto de un monte”, ciudad que no se puede ocultar porque es luz y sal del mundo y para el mundo.

Por eso, iniciar los festejos con motivo del Centenario de Torreón, es la oportunidad de retomar nuestra identidad más profunda y nuestra vocación más auténtica: ser un vergel de prosperidad y fraternidad, de justicia y solidaridad; vencer y derrotar todo tipo de marginación y exclusión debe ser, de manera irrenunciable nuestra tarea.

Ayer la aridez del desierto y las inclemencias de estas tierras plantearon grandes retos a nuestros antepasados. Hoy, nosotros enfrentamos otros desafíos. Torreón, es lo que es, gracias a que los hombres y las mujeres de ayer no fallaron a su cita con la historia. Hoy, nosotros no podemos estar ausentes, no podemos fallar. Éste es nuestro tiempo, éste es nuestro momento. El Centenario es nuestro, no sólo porque nuestra ciudad cumplirá 100 años, sino porque hoy tenemos el reto y la responsabilidad de construirla como casa de todos y de todas, como espacio de familia que abraza a todos sus hijos e hijas con cariño y camina a su lado, acompañándoles en la conquista de una vida cada vez más plena.

Escribamos la historia; dibujemos una nueva página en el libro de esta tierra noble. No defraudemos el sueño de quienes comenzaron a construir esta comarca y se han ido de ella antes que nosotros.

Estemos orgullosos de ser laguneros y torreonenses. Asumamos la alegría de construir el hogar de todos y de todas. Y sintamos que el rostro y las esperanzas de todos y cada uno de los habitantes de nuestra ciudad palpita con firmeza en nuestro corazón.

A cada uno de nosotros le toca asumir su propia responsabilidad. Que cada hombre y mujer, niño y joven, adolescente, adulto o anciano sienta en su corazón la voz de Dios que le invita a no renunciar al proyecto divino. Que cada uno escuche al Señor de la vida y de la Historia que le invita a seguir trasformando el “desierto en vergel” con actitudes nuevas y creativas. Que cada torreonense sienta el Centenario y colabore en la construcción de este nuevo vergel, nuestra querida ciudad de Torreón.

Parroquia de San José, Torreón, Coah., 13 de septiembre del año 2006.

“COMPARTAMOS ROTARY”.

nacho1948@hotmail.com

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