El hombre rico le dijo a Hu-Ssong:
-Fui ayer al pueblo porque me pediste que visitara a los pobres.
No sé por qué te obedecí. Quise entablar conversación con ellos y no pude.
Callaban todos, y me veían con mirada dura. Yo les hablé de la belleza que hay en las pinturas de Hokusai, y no me oyeron. Les dije de la enseñanza profunda que reside en los Cuatro Libros de Kung Fu-Tzu, y siguieron mudos.
Les recité los más hermosos hai-kais de Li-Tai-Po y callaron. Me volví sin haber oído una palabra salida de sus labios.
-Fuiste en verdad afortunado -le respondió Hu-Ssong-, pues cuando se abran los labios de los pobres, de esos que parecen mudos y no lo son, quién sabe qué terribles palabras deberás oír que querrás no haber oído nunca.
¡Hasta mañana!..