Me habría gustado conocer a don Antonio de Mendizábal y León, un hidalgo español del siglo XVI. Al parecer nació en Toledo, y fue a acabar sus días en Amberes, peleando una de aquellas confusas guerras de su tiempo.
Cierta mañana salía de misa cuando un noble le dijo la palabra de las cuatro letras a una mujer que al pasar le rozó el traje. La mujer se echó a llorar, avergonzada. Don Antonio le reclamó su proceder al boquiflojo. Éste se rió, burlón.
-¿No sabéis que la mujer es lo que dije? Es una ramera; vive en la mancebía.
-Nada me importa -replicó don Antonio-. Es una mujer; salía de la iglesia. Si no le pedís perdón tendréis que pedírselo a mi espada.
El hombre, confuso, le dijo a la mujer unas palabras de disculpa. Entonces don Antonio se quitó el chambergo ante ella, le hizo una profunda reverencia y se alejó.
Me habría gustado conocer a don Antonio de Mendizábal y León. Sabía él que ante toda mujer, sólo por serlo, el hombre debe hacer una profunda reverencia.
¡Hasta mañana!..