La noche me dio un regalo antier. ¡Cuántos regalos da la noche! Venía yo por la carretera en mi automóvil y de pronto tras una nube se me apareció la luna. Era una luna niña, pequeñita, apenas una promesa de luna, diminuta pestaña sobre la ojera de la noche.
Yo me detuve a verla. A mí toda belleza me detiene. En medio de la oscuridad aquella luna que empezaba a ser luna era el único claror. Pensé que al paso los días crecerá hasta llenarse de sí misma. Luego entrará en menguante y desaparecerá. Pero otra vez volverá a ser esta pequeña luna que es ahora y que a sí misma se repite siempre. Siempre...
Todo en el mundo, pienso, es un eterno ciclo. Así el día y la noche; así los meses y los años; así las estaciones... Todo termina y todo vuelve a comenzar. Allá la luna. Aquí yo que la miro, y que me miro en ella.
¡Hasta mañana!..