Me habría gustado conocer al padre Mendieta.
En tiempos de la Colonia ese hombre bueno ardía en santa indignación porque nada más a los españoles se les llamaba "cristianos", y a los indios no.
"También ellos han sido bautizados -razonaba-. Son nuestros hermanos en Cristo, y llevan mejor que nosotros el nombre de cristianos".
Envió una carta al Papa en la cual le pedía que decretara pena de excomunión mayor contra quienes negaran a la población indígena su título de pertenencia a la cristiandad. "Quienes tal hacen -dijo en su misiva- son perturbadores de nuestra fe. En su soberbia olvidan el amor de Cristo".
Me habría gustado conocer al padre Mendieta. Sabía él que sin la fraternidad que deriva de la justicia no hay verdadero cristianismo.
¡Hasta mañana!...