Un discípulo de Hu-Ssong estaba en el jardín, solo, recitando en voz alta la lección. En eso un ruiseñor rompió a cantar. El muchacho dejó su recitación para escucharlo.
Llegó Hu-Ssong y empezó a dictar a sus alumnos la enseñanza del día. El ruiseñor suspendió su canto para oír las palabras del filósofo.
-¡Qué sabio eres, maestro! -le dijo el joven con admiración-. Tan sabio que el ruiseñor calló para escucharte.
Le contestó Hu-Ssong:
-Más sabio eres tú, que callaste para escuchar al ruiseñor.
¡Hasta mañana!...