Nadie lo sabe, pero hay una secreta relación entre el destino de los poetas y el de las golondrinas.
Esto resulta de un hecho igualmente ignorado: Dios hizo a las golondrinas para que hubiera poetas. Los de la actualidad han olvidado eso, y ven a las golondrinas con desdén: las consideran tema cursi, objeto del pasado. No miran en ellas la vida que deberían ver, sencilla y cotidiana, ni un objeto poético cuya belleza el pueblo ama. Los poetas de hoy manejan ideas puras, conceptos intelectivos, abstracciones, pero no manejan golondrinas.
Y sin embargo de las golondrinas dependen los poetas. Hoy hay menos poetas porque hay menos golondrinas. Cuando las golondrinas desaparezcan, los poetas desaparecerán también.
Consejo a los poetas: cuiden las golondrinas.
¡Hasta mañana!...