Toda palabra es una maravilla. Cada una es testimonio de nuestra humanidad, y es también preciosa herencia del pasado o creación flamante de los tiempos de hoy.
Yo siento veneración por las palabras, y más porque de ellas vivo. Cuando aprendo algo acerca de una se me alegra el día. Supe ayer, por ejemplo, el origen de la palabra "ponche". Viene del inglés "punch", y éste del hindi "panch", y éste del sánscrito "panca", término milenario que significa "cinco". Cinco era el número de los ingredientes usados originalmente en la preparación de la bebida: agua, té, azúcar, limón y lo que le da al ponche su "punch": alcohol.
Hoy es el día de la Candelaria. En muchos hogares de mi ciudad se harán las tradicionales "levantadas", entrañable celebración que cierra el ciclo de la Navidad. Alrededor del Niño Dios se congregan la familia y los amigos, y estrechan sus vínculos de amor. En mi casa -que es la tuya- me espera un ponche con más humos que los que salen de la taza. Lo beberé con mayor gusto ahora que sé por qué se llama ponche.
¡Hasta mañana!...