Por esta sola vez, y sin que el caso siente precedente, el señor Cantalarrana adopta la forma de un negociante inmoral..
El señor Cantalarrana sacó una inmensa fortuna de la nada. Con el dinero ajeno se hizo rico. Simuló, engañó, defraudó, suplió voluntades con mentira, torció, violó la ley o la menospreció. Y se hizo rico.
Si el señor Cantalarrana tuviera un adarme de vergüenza, que es la forma que la conciencia toma en quien la tiene, tendría que reconocer que la cárcel debería ser su natural habitación.
Pero el señor Cantalarrana perdió la conciencia mientras buscaba su dinero. Así, lee los periódicos y sabe del encarcelamiento de otros ladrones como él.
Y se molesta mucho el señor Cantalarrana. Poseído de santa indignación exclama con disgusto:
-¡Caramba! ¡En este país ya no se puede trabajar!
¡Hasta mañana!...
