Juan Jacobo decía que debemos imitar a la naturaleza. Yo digo que en eso nos debemos andar con pies de plomo. Tomen ustedes, por ejemplo, el caso de la alondra de los campos (Sturnella neglecta). Con su pecho amarillo y su corbata negra parece la viva imagen de la seriedad. Y sin embargo este canoro pájaro tiene dos esposas. A las dos las fecunda en la misma temporada, y deja que cuiden el nido y la nidada mientras él se busca otras dos para la estación siguiente.
Quién sabe a dónde nos llevaría esa imitación de la naturaleza que pedía don Juan Jacobo. Difícil es optar a veces, he de reconocerlo, entre lo que natura pide y lo que cultura demanda. Quizá la vida buena estribe en hallar el justo medio entre los dos extremos. Y quizá en eso estribe también la buena vida.
¡Hasta mañana!...