"Cantando la cigarra pasó el verano entero...".
Cuando llegó el invierno la cigarra no tuvo qué comer, y murió de hambre y de frío.
La hormiga, en cambio, trabajó durante todo el año. A la llegada de la estación invernal sus graneros estaban bien colmados, y en su tibieza pudo esperar la hormiga una nueva primavera.
Los moralistas proponen a la hormiga como ejemplo, y dicen que todos deberíamos ser igual que hormigas. A la cigarra la condenan por imprevisora, y aconsejan no imitar su irresponsable proceder.
Yo digo que en el mundo hace falta lo mismo la canción de la cigarra que el trabajo y ahorro de la hormiga. Sentir y no pensar es tan malo como pensar y no sentir. Debemos ser sentimiento y pensamiento. Dicho de otra manera, debemos ser un poco cigarra y otro poco hormiga.
¡Hasta mañana!...