Yo aprendí las primeras letras en un colegio lasallista: el invicto y triunfante "Zaragoza" de mi ciudad natal.
Muy pocas letras he aprendido después de aquellas iniciales, pero quedó por siempre en mí el sello de La Salle. Mis hijos también lo recibieron, y ahora mis pequeños nietos asisten al mismo colegio al que fui yo.
Hace 100 años los lasallistas llegaron a Saltillo, y desde entonces han cumplido una noble labor educativa. Han enseñado la fe sin fanatismos; han puesto en sus estudiantes los valores del bien y la verdad. La formación que el lasallismo da es formación para la vida.
Vuelvo hoy a ser el niño que leía silabeando su "Poco a poco" y su "Adelante", los libros entrañables de la infancia. Ese niño recuerda las lecciones de la señorita Petrita, maestra dulcísima llena de ternuras, y con la letra redondita y bien cuidada que de sus manos aprendió escribe esta palabra en la pizarra de su colegio lasallista: "Gracias".
¡Hasta mañana!...
