Don José Luis Hernández, excelente amigo, me regaló una pequeña estampa de San Cristóbal, patrono de viajeros. Con ella viene una "Oración del chofer" cuyo texto me gustó:
"... Dame, Dios mío, mano firme y mirada vigilante, para que a mi paso no cause yo daño a nadie. A ti, Señor, que das la vida y la conservas, te pido humildemente que guardes hoy la mía. Libra de todo mal a quienes me acompañan. Enséñame a hacer uso de mi vehículo para remedio de las necesidades ajenas. No permitas, Señor, que me arrastre el vértigo de la velocidad, y haz que siga y termine felizmente mi camino, amén...".
Sé que la oración será eficaz, pues quien la diga pensará en manejar prudentemente para ayudarle a San Cristóbal. Lo que no sé es por qué la Iglesia quitó de su santoral a este entrañable santo cuidador de viajeros. Al parecer no tuvo existencia histórica. Sin embargo la gente sigue creyendo en él. La Iglesia nos ha dicho que debemos poner siempre la fe por encima de la ciencia. ¿Por qué, entonces, ella pone a veces la ciencia por encima de la fe?
¡Hasta mañana!...
