-Soy el cero a la izquierda.
Así me dijo. Yo ni siquiera lo había visto llegar. Era, en efecto, un cero a la izquierda.
-¿Qué puedo hacer por usted? -le pregunté.
-Cuando alguien no vale o cuenta -respondió- se dice de él que es un cero a la izquierda. Entonces cuando alguien cuenta o vale debería decirse que es un cero a la derecha. Y sin embargo nadie dice así. Pero a final de cuentas todos seremos cero.
La afirmación me pareció muy radical, de modo que preferí no contestar. El cero a la izquierda se alejó sin decir más. Ahora tengo la extraña sensación de ser un cero a la izquierda.
¡Hasta mañana!...