Me habría gustado conocer a don Manuel de la Borbolla y Zúñiga.
Don Manuel de la Borbolla y Zúñiga no se llamaba así. Se llamaba Perico simplemente. Ni siquiera apellido tenía. Era Perico nada más. Un día, en Cádiz, encontró tirado a las puertas de una taberna un envoltorio con ropas de hidalgo, dineros y una carta de presentación para el virrey de México.
Con todo eso, y con su desenfado de gran pícaro, tomó un barco y vino a América. Se presentó en la corte virreinal; enamoró a una viuda rica y se casó con ella. Hizo fortuna. Pasaba por hombre de feliz ingenio. Todos reían cuando manifestaba con mucha seriedad que la vida es una comedia mejor que las de Lope. Cuando murió nadie entendió sus últimas palabras: “A todos engañé, aun a mí mismo”.
Me habría gustado conocer a don Manuel de la Borbolla y Zúñiga. Quiero decir a Perico. Sabía que la vida es una comedia mejor que las de Lope.
¡Hasta mañana!...