No vi cuando llegaron. Tampoco los vi cuando dijeron:
-Somos los corpúsculos.
Tan pequeñitos eran que no se les pedía ver. Su voz sí se escuchaba. Reclamaron:
-¿Por qué los hombres nos llaman con ese nombre despectivo, de "corpúsculos". Si con ustedes nos comparan somos pequeños, en efecto. Pero ustedes, comparados con una estrella o una galaxia, son también corpúsculos.
Hallé en sus argumentos algo de razón. Aun sin verlos les pregunté:
-Y yo ¿qué puedo hacer?
Me respondieron:
-Haga lo que su conciencia le dicte.
Y se fueron. Seguramente se fueron, porque ya no los oí.
Ahora tengo un problema de conciencia: mi conciencia no me dicta nada en relación con los corpúsculos. La verdad, me siento un corpúsculo.
¡Hasta mañana!...