Hay en el cementerio de Abrego dos tumbas, una junto a la otra. Quienes saben oír lo que las tumbas dicen escuchan estas voces:
"Yo viví muchos años, pero esos años no los supe vivir. Como viví tan sólo para mí no viví bien. Nadie me quiso, a lo mejor porque a nadie quise yo. Fui indiferente a todo, y por eso mi muerte no significó ninguna diferencia. Ahora estoy aquí, muerto del todo. Me parece la mía mucha muerte para tan poca vida".
Eso dice una tumba. La otra dice:
"Yo viví como si cada día fuera toda una vida. Amé a muchas mujeres, y algunas me amaron a mí. Gocé del pan y el vino, y cuando ya no tuve pan ni vino gocé el recuerdo del pan y del vino. Acepté el sufrimiento igual que la alegría, pues ambas son parte de la vida del hombre. Al final tuve tantos recuerdos que no podía recordarlos todos. Ahora estoy aquí, dicen que muerto. Y me parece la mía muy poca muerte para tanta vida".
Hay en el cementerio de Abrego dos tumbas. Pero una es más tumba que la otra.
¡Hasta mañana!...