Este hombre se la pasa escribiendo todo el día. Tiene fama de sabio: no habla nunca; jamás sonríe; su gesto es grave y su ademán solemne. De seguro una obra prodigiosa va a salir de su genio. Todos aguardan con ansiedad el libro que cambiará el destino de la humanidad.
Pero un buen día el hombre muere. Se le quiebra la vida de repente; su cabeza se dobla y queda con la nariz aplastada sobre la hoja que en esos momentos escribía. Con el mayor esmero se recogen sus páginas. En los millares de hojas se leía esto: "Ba be bi bo bu... Da de di do du... Fa fe fi fo fu... Ta te ti to tu..."... En todas las páginas lo mismo, una y otra vez. Eso es lo único que había escrito aquel hombre que se la pasaba escribiendo todo el día.
Las páginas les fueron regaladas a los niños para que hicieran avioncitos. En las claras mañanas se llena el aire con el vuelo de los interminables "Ba be bi bo bu... Da de di do du...". Ahora nadie recuerda al hombre. Su gesto grave y su ademán solemne están en el olvido.
¡Hasta mañana!...