Agradecer un cumplido es de las cosas más difíciles de hacer. Ciertamente la sencilla palabra “gracias” debería bastar, pero parece que no corresponde lo bastante a la generosidad de quien hace el cumplido.
El otro día una linda muchacha le dijo a mi mujer:
-¡Qué hermosa señora es usted!
Mi esposa es hermosísima, en efecto; más bella aún que cuando la conocí hace ya casi medio siglo. Le respondió a la chica:
-Lo que pasa es que lo hermoso que a ti te sobra me lo das a mí.
Cosas como ésta, pienso yo, no salen del manual de urbanidad y buenas maneras: brotan de la abundancia que hay en el corazón. Oí ese breve diálogo, y el alma se me puso un poco más clara y un poco menos turbia.
¡Hasta mañana!...