Oscura era la noche, y Hu-Ssong se disponía a leer. Encendió una fulgurante lámpara. Luego se alejó un buen trecho de ella y prendió una vela que daba apenas una débil luz. Ahí abrió su libro.
-Maestro -le preguntó un discípulo-. ¿Por qué lees junto a la vela, que apenas rompe la sombra de la noche, y no bajo la lámpara, que te ofrece su vivo resplandor?
Respondió Hu-Ssong:
-Los fulgores de la lámpara atraen a las mariposas nocturnas. A la luz de la vela puedo leer en paz.
Los discípulos del maestro entendieron la lección: lejos del brillo es donde está la luz.
¡Hasta mañana!...