La verdad es que cuando el mundo empezó a ser mundo no había rosas.
Había claveles, alhelíes, tulipanes, narcisos, dalias, margaritas, hortensias, gladiolas, nomeolvides, azucenas, geranios, crisantemos, violetas, heliotropos, amapolas, camelias, azaleas, begonias, orquídeas, gardenias, jacintos, pasionarias, lirios, nardos, mirtos, siemprevivas, pensamientos, verbenas, campanillas y magnolias. Pero no había rosas.
Sucedió que un poeta concibió la palabra “rosa” y la puso en un poema. Tan bella era la palabra que su belleza floreció en una flor. Desde entonces hay rosas: primero estuvieron en la poesía, y luego en el mundo.
A las rosas, pues, no las hizo Dios: las hicieron los poetas. Pero volvemos a lo mismo: el mayor de todos los poetas es el que hace que haya poetas.
¡Hasta mañana!...