Avelio, contemporáno de Fausto y alquimista como él, encontró un viejo manuscrito sánscrito en el cual estaba la clave para encontrar una palabra cuya sola pronunciación haría que terminaran las guerras en el mundo.
Después de laboriosos trabajos Avelio dio con esa palabra milagrosa. Los embajadores de las distintas naciones supieron del hallazgo. Se juntaron; fueron todos en compañía de soldados al estudio del sabio y lo mataron. Luego robaron la mágica palabra, y hasta la fecha la mantienen en secuestro.
Nadie conoce esa palabra, que le daría al mundo paz perpetua. Por eso se ven guerras todavía, y guerra habrá mientras la humanidad exista. Hay un oscuro instinto de maldad que incita al hombre a apoderarse de lo ajeno y a matar. En el fondo toda guerra es sólo eso: robo y asesinato; crimen. Jamás hemos de hallar la palabra salvadora.
¡Hasta mañana!...