Hay en el cementerio de Ábrego una tumba. Si la gente supiera oír lo que las tumbas dicen escucharía esto:
"... Noventa años hube de vivir para aprender una verdad sencilla: el arte de la vida consiste en ser feliz, y en dar felicidad a los demás. Aquél que aprende a ser feliz sin hacer daño a nadie ha aprendido a vivir bien. Es mentira que a Dios le guste el sufrimiento de la criatura humana. A Él le alegra nuestra felicidad. Hemos de procurarla, pues, aun en medio del sufrimiento y el dolor, que son también parte de la vida. Buscar la felicidad y darla a otros... Ser parte de la alegría de los demás, y no de su tristeza o sufrimiento... Quien haga eso habrá vivido. Quien no lo haga estará ya muerto en vida...".
Eso dice la tumba del cementerio de Ábrego. Su voz es la voz de la verdad.
¡Hasta mañana!...