Llegó como un rayo y me dijo:
-Soy el rayo.
Me aparté un poco de él, por precaución, y le pregunté:
-¿En qué puedo servirle?
Me dijo:
-Ustedes usan mucho la expresión: "Un súbito rayo" o: "Un repentino rayo", Y sucede que los rayos no tenemos nada de súbitos o repentinos. Somos el resultado de factores que empezaron a combinarse desde que el Universo comenzó. Cada rayo, como cada hombre, tiene la antigüedad del mundo. La edad del cosmos es el tiempo que tardamos en caer.
Así dijo, y se marchó con la velocidad del rayo. O con la lentitud del rayo, como sea.
¡Hasta mañana!...