Llegó sin aviso alguno y dijo:
-Soy la llamada simple vista.
A simple vista no la reconocí. Pregunté, sin embargo:
-¿En qué puedo servirla?
Respondió:
-Haga saber a sus lectores que la simple vista no existe. Cualquier oftalmólogo le dirá que la vista es algo muy complejo; un proceso maravilloso por el cual podemos ver. Decir “a simple vista” es usar un cliché que desconoce la más elemental noción de anatomía. ¿Cómo llamar “simple” a un milagro?
Le prometí que ya no usaría yo esa expresión, y que difundiría sus palabras. Agradeció el ofrecimiento y se marchó. Me pareció que iba satisfecha. Al menos a simple vista.
¡Hasta mañana!...