Jean Cusset, ateo con excepción de las veces que oye música de Bach, dio un nuevo sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre- y continuó:
-Todavía se escucha en las iglesias hablar acerca del infierno. Yo no creo en ese sitio de condena eterna. Pienso que cada ser humano es una página hecha por Dios para que el hombre escriba en ella, y no lo creo capaz de quemar ni siquiera las páginas que llevan más errores. Pero debemos ayudarlo, porque aun si no hemos pecado mucho lo cierto es que no podemos llegar a la presencia del Padre después de habernos pasado la vida hablando de futbol y modas. Lo que me alarma oyendo a los predicadores es que al parecer el infierno está reservado a los homicidas y los fornicadores, y no es para quienes explotan a sus trabajadores o hacen objeto de injusticias a los pobres que emigran de su país. Si insistimos en que hay infierno debemos diseñar uno más moderno para estos pecados nuevos que los inventores del infierno antiguo no pudieron conocer.
Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini, con dos aceitunas, como siempre.
¡Hasta mañana!....