HISTORIAS DE LA CREACIÓN DEL MUNDO
Por encima del hombro del Señor veía Adán la obra de sus manos. No quitaba la vista del trabajo de la creación.
Su curiosidad no habría sido mala si no es porque perturbaba con frecuencia al Hacedor con sugestiones, críticas, consejos sobre cómo hacer mejor tal o cual cosa, y señalamientos acerca de los errores que, según él, estaba cometiendo Dios.
Nada decía al hombre su Creador, pero bien se advertía su impaciencia. Mucho lo molestaban las interrupciones de Adán; a veces hacía un ademán como para apartarlo. Pero Adán insistía en sus intervenciones, y seguía fatigando al Augusto con su cháchara.
Cuando acabó la jornada, el Señor estaba bastante disgustado con Adán. Pensó en hacer algo que causara al hombre las mismas molestias que el hombre le había dado a Él.
Fue entonces cuando creó al zancudo.
¡Hasta mañana!..