"Dos por una, dos; dos por dos, cuatro; dos por tres, seis...".
Otra vez oigo a lo lejos la recitación en la escuelita de Ábrego. Año con año la escucho en estos días, cuando los niños vuelven a sus clases. Ha llovido; el viento de la sierra trae aromas de pino y yerbamora. Un caballo relincha en el camino; del caserío llegan voces y risas de mujeres. Brilla el eterno sol en el azul del cielo. Todo es perfecto en este día de Dios.
El paisaje se vuelve eucaristía, y yo comulgo. Ahora estoy limpio de alma. Si en este instante el mal llegara a ella la encontraría abroquelada por un escudo más fuerte que todas las tinieblas. Llevo en mí toda la plenitud del mundo, y su verdad. Alumbra el sol; ríen las mujeres; relincha el caballo; y dos por una son dos, dos por dos cuatro, y dos por tres seis.
¡Hasta mañana!...