Jean Cusset, ateo con excepción de la vez que entró en la catedral de Colonia, dio un nuevo sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre- y continuó:
-El problema de las religiones es que establecen una radical separación entre el mundo de lo natural y el mundo de lo sobrenatural. En eso se basan todas las religiones: en la división entre el mundo que vemos y otro que sólo podemos conocer a través de lo que nos dicen los profesionales de cada religión.
-Sin embargo -siguió diciendo Jean Cusset- para los niños (que son como santos) y para los santos (que son como niños) no existe esa división. Para ellos lo prodigioso es muy sencillo y lo sencillo es algo prodigioso. Seremos mejores el día en que aprendamos a ver lo sobrenatural como algo muy natural y lo natural como algo verdaderamente sobrenatural.
Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini. Con dos aceitunas, como siempre.
¡Hasta mañana!...