Cerca de Argel está la mezquita que hizo construir Abderramán. En ella, afirman los creyentes, descansa el sueño eterno aquel gran adalid que buscó el bien, la belleza, la justicia y la sabiduría.
Es blanca y es pequeña la mezquita, como una niña que hubiese dejado de jugar para recostarse al pie de uno de los olivos que pintan de verde gris todo el paisaje.
Llega el viajero al minarete y se pierde en el umbroso bosque de columnas que llenan las habitaciones. Aquí vive el espíritu de lo árabe -casi luz, casi sombra-, que domó la rudeza de los godos y dio a España su sensibilidad de flor.
Sale el viajero al aire y mira la palabra escrita en antigua lengua arábiga sobre la puerta de la mezquita, por órdenes de Abderramán. La palabra es ésta: Bicheukin. Quiere decir "Amor".
¡Hasta mañana!...
