HISTORIAS DE LA CREACIÓN DEL MUNDO
El Señor quiso compensar al género humano por toda el agua que le había enviado en el Diluvio, así que le inspiró a Noé la invención del vino.
Pensó el Señor que el hombre se tomaría el vino sin dejarse tomar de él. Pero Noé decidió celebrar su gran hallazgo, y se puso más borracho que una cuba.
Cuando volvió de su ebriedad se presentó avergonzado ante el Creador.
-Señor -le dijo con humildad-, castígame. Soy peor que las bestias.
-De algo sirvió tu borrachera -respondió el Hacedor-. Vi cómo ibas cambiando conforme te dominaba el vino. Reías al principio, entre muecas y gracejadas. Después te pusiste desafiante, igual que un bravucón. Luego se nubló tu inteligencia. Y caíste por último en el suelo, revolcándote en tu propia indignidad. Copié las imágenes que me mostraba tu ebriedad, y cuatro animales nuevos hice.
Desde entonces aquellos que no saben beber vino se vuelven sucesivamente mono, león, asno y cerdo.
¡Hasta mañana!...