En sueños miro a los amados muertos. Se me aparecen, imagen de su imagen, y fijan en mí sus ojos llenos de bondad. Hay infinito amor en su mirada: parece que conocen ya todo el amor. A veces me hablan, y sus palabras son como una hermosa música. Me abrazan otras veces, y su abrazo es tibio y dulce como el abrazo de los niños.
Despierto de esos sueños y veo que estoy sonriendo. ¿He visitado yo a esos leves fantasmas o ellos me han visitado a mí? Lo ignoro pero durante todo el día llevo la presencia de su ausencia, y siento que voy con ellos, y que ellos van en mí.
¿Por qué sueño esos sueños? Quién lo sabe. De los sueños no sé otra cosa que soñarlos. Quizá mis muertos me están diciendo que no hay muerte, y que después de las sombras de esta vida hay otra vida en eso que llamamos sombra, y que es en verdad eterna luz.
¡Hasta mañana!...