El 23 de febrero de 1816 un hombre desconocido llamado Henry Graham anunció en la Real Sociedad de Geografía de Londres que había descubierto las fuentes del Nilo.
El Presidente de la Sociedad, sir Arthur Geoffrey, le preguntó en dónde estaban. Graham lo tomó por el brazo, lo llevó a la ventana y señalándole las nubes le respondió:
-Ahí.
Todo Londres rió con el despropósito de aquel hombre que fue tildado de payaso o loco. Ni una cosa ni la otra, digo yo. Todas las aguas del mundo pasan por esas nubes pasajeras. Nosotros, hechos de agua, pasamos por ellas igualmente. Y somos nubes también que van de paso. Eso lo supo Henry Graham. La Sociedad de Geografía, formada por sabios nada más, no podía saber esa verdad.
¡Hasta mañana!...