Los incrédulos le pidieron a San Virila que hiciera algún milagro para poder creer. San Virila les pidió que reunieran en la gran plaza del pueblo a todos sus animales. Una hora después la plaza estaba llena de vacas, cerdos, gallinas, asnos, perros y caballos.
Virila alzó la mano y todos los animales se convirtieron en humanos, en hombres, mujeres y niños que alababan y daban gracias al Señor. Al ver aquello los incrédulos cayeron de rodillas. Entonces Virila alzó otra vez la mano, y los incrédulos quedaron convertidos en vacas, cerdos, gallinas, asnos, perros y caballos.
-Perdóname, Señor -dijo Virila alzando la mirada al cielo-. No pude resistir la tentación. Y, además, creo que los nuevos son mejores.
¡Hasta mañana!...