El cementerio de Ábrego tiene bardas de adobe gris y tosca puerta de maderos. Hay en él una tumba grande, la de los dueños de la antigua hacienda, y muchas tumbas pequeñas de hombres que ni siquiera en la muerte tienen nombre.
Ahí está sepultado Bernabé Gaona. En su lápida no están escritas, pero pueden leerse estas palabras:
"... Nací a 500 metros de aquí; viví a mil metros de aquí; una vez en mi vida viajé a 10 mil metros de aquí. El hombre que viaje más no irá mucho más lejos de lo que yo fui.
“... Me levantaba cuando asomaba el sol por el picacho de Las Ánimas; comía cuando mi cuerpo no arrojaba sombra; me tendía en mi camastro cuando dejaba de ver el perfil de la sierra que llaman Coahuilón. Tuve mujer e hijos, y luego me morí. El hombre que más haga no hará mucho más de lo que hice yo".
... Mi cuerpo estuvo sepultado aquí. Después me volví polvo, y ahora soy la tierra que cubre a quienes han venido después que vine yo. El hombre que más sea no será mucho más de lo que soy..".
Eso dice aquella tumba de Ábrego. No se puede decir más.
¡Hasta mañana!...