Bendice, Señor, a los obreros de las fábricas, que ponen alma en la materia de las máquinas y sacan de ellas las cosas que los hombres necesitan.
Bendice, Señor, a los campesinos, de cuyas manos, como de las tuyas, sale el pan nuestro de cada día.
Bendice, Señor, a aquellos que en las oficinas, en las tiendas, en las escuelas, en las calles hacen posible la vida de la comunidad.
Bendice, Señor, a los que en las inmensidades del mar o en las profundidades de la mina ponen en riesgo su vida para ganar la de los suyos.
Bendice, Señor, a los artistas que nos dan poemas, canciones, colores, y todas las bellezas que nos abren los ojos a la belleza que formaste Tú.
Bendice, Señor, a las mujeres que en la humildad de la escoba y la cocina crean el prodigio de un hogar.
A todos ellos bendícelos, Señor.
Y ten piedad de aquellos que quieren ganar la vida con su astucia o su maldad, y no con su honrado trabajo de cada día. De ellos compadécete, Señor.
¡Hasta mañana!....