Llegó de pronto y dijo:
-Soy la duda.
Seguramente vio en mi rostro una expresión de duda, porque añadió:
-La gente suele decir: "No cabe duda". Y sin embargo yo tengo cabida en todas partes. Cualquier filósofo moderno le dirá a usted que se debe dudar aun de lo indudable. La duda ha sido siempre la fuente del conocimiento; ahí donde no cabe duda tampoco cabe la verdad.
Yo dudé de lo que me decía la duda, pero después de meditar un poco llegué a la conclusión de que no debía dudar: sus palabras eran ciertas. Le dije:
-No cabe duda...
Pero ella se había ido ya. Desde entonces estoy con la duda.
¡Hasta mañana!...